Roma
y Asís
Descalzas
a renovar nuestra fe y espiritualidad
Caminar a pie
descalzo es dejarnos conducir hacia lugares que nos conectan con el centro de
nuestra fe y espiritualidad franciscana “Roma Y Asís”, lugares que mantuvieron
nuestros pies y sentidos en movimiento, lugares que no solo recrean la vista
por la belleza física de sus estructuras sino que además recrean el alma e
invitan a remover la Tierra interior.
En Roma y Asís,
nos sentimos llamadas a vivir desde lo esencial, desde el Evangelio, a tocar la
humanidad empezando por la propia, a silenciar el alma para escuchar la voz de
Dios y desde allí ofrecer la vida, a redescubrir la urgencia de acercarnos al
necesitado y ponernos del lado del que sufre, a escoger como Francisco el Cristo
Pobre y crucificado. Asís, de manera especial, nos llevó a las
raíces y nos hizo revivir el sueño de la fraternidad, una fraternidad de
“corazón bondadoso y vida sencilla”.
No fue un simple
viaje, fue una oportunidad de volver a preguntar hoy al Señor, como lo hizo Francisco
¿Qué cosa quieres que haga? Y el
Señor insiste “Repara mi iglesia”. Y sin entenderlo aún, le decimos, Señor, Ilumina
las tinieblas de nuestro corazón para saber hacia dónde nos conduces.
Y, a todas
nuestras HERMANAS FRANCISCANAS DE LA INMACULADA, MUCHAS GRACIAS, así con
mayúscula, porque ustedes han hecho posible que vivamos esta experiencia que
nos ha ayudado a ver el pasado con gratitud y el futuro con esperanza. Gracias
por el Don de la fraternidad.
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