NUESTRO CANTO DE GRATITUD
¿Cómo te pagaremos,
Señor todo el bien que nos has hecho?
Celebrar 25 años de vida consagrada es
motivo, más que suficiente, para dar gracias.
Hace unos días en Asís, nos dijeron algo que creemos importante
recordar, y es que celebramos 25 años de fidelidad de Dios hacia nosotras, y no
al contrario. Y es verdad!!!. Nuestra
vocación es un regalo que se nos da, y celebrar las bodas de plata es la
muestra de esa fidelidad de Dios, Sumo Bien, hacia cada una de nosotras.
Hoy, junto con María,
proclamamos que Cristo es Nuestro Único Tesoro:
Ø Renovando el sueño de
vivir en fraternidad una vida nueva en espíritu y verdad.
Ø Creciendo en acogida,
sencillez, alegría, amor y unidad.
Ø Viviendo en gratuidad
nuestra vida y vocación de HFI, como testimonio de servicio y disponibilidad en
y para la misión.
Ø Recogiendo las llamadas
de Dios, a través de nuestra historia de vida, de ver en todo su paso de amor y
fidelidad para caminar con los demás.
Ø Asumiendo el ser mujeres
plenas y felices dando sentido a nuestra vida dentro de un proyecto común: la
Fraternidad.
Y esa Fraternidad que M. Francisca soñó y vivió nos invita hoy a
“Dar gratis lo que gratis hemos recibido” con unas actitudes concretas:
Ø Comprometidas para ir
más allá de nuestra limitaciones y caminar en confianza y abandono.
Ø Itinerantes, pobres,
libres, misericordiosas, alegres y menores.
Ø Orantes, interpeladas
por la Palabra y atentas a la realidad que nos reta y desafía.
Y, desde el gozo y la
gratitud, como Iglesia y Congregación, en el marco de este año Santo de la
Misericordia, nos sentimos llamadas a vivir y compartir, de una forma renovada,
la misericordia que Dios ha derramado sobre nosotras, de manera especial estos
meses de encuentro, formación y renovación.
Queremos finalizar nuestra
acción de gracias, expresando nuestra gratitud:
Al Gobierno General, por su empeño en favorecer el crecimiento
humano y espiritual, de acompañar y cuidar la vida y la vocación de cada
hermana.
A los Gobiernos Provinciales, por apoyar la iniciativa y animarnos
a cada una de nosotras a vivir esta experiencia de fraternidad y de renovación
vocacional.
A las hermanas, que han permanecido en nuestras casas, ellas han
sido como la piedra angular durante este tiempo. Ellas, han hecho frente al día
a día de nuestras misiones y fraternidades.
A las comunidades, que
nos acogieron durante este tiempo de formación, encuentro y misión, que con
sencillez nos han mostrado el rostro humano, sencillo, fraterno, acogedor,
gratuito y agradecido de la vida diaria.
Nuestras Hermanas de las Bodas de Plata nos dejaron plantado el Manzano en nuestra Casa Centro de Espiritualidad de Moncada, en el que pusieron la tierra de los diferentes lugares de donde procedían, quedan estas fotos como testimonio para el recuerdo.
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